Existen varias técnicas para evitar la proliferación de malas hierbas en un jardín o huerto. Algunas de las más comunes son:
- Mulching: Consiste en cubrir el suelo con una capa de material orgánico, como hojas, ramas, paja o césped cortado, para evitar que la luz solar llegue a las semillas de las malas hierbas y evitar su germinación.
- Labranza superficial: Consiste en remover las malas hierbas manualmente o con herramientas manuales antes de que se produzcan las semillas.
- Herbicidas: El uso de herbicidas específicos para controlar las malas hierbas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos productos pueden ser tóxicos y dañar otras plantas, por lo que se recomienda usarlos con precaución.
- Rotación de cultivos: Consiste en cambiar los cultivos en un mismo lugar cada temporada para evitar que las malas hierbas que se adaptan a un cultivo específico vuelvan a crecer.
- Plantas compañeras: Plantar ciertas plantas junto a las principales, ya que estas pueden ayudar a mantener a las malas hierbas bajo control.