La sequía es un fenómeno meteorológico que se caracteriza por la falta prolongada de lluvia en una región determinada. Esto puede tener graves consecuencias para la agricultura, ya que los cultivos dependen del agua para crecer y desarrollarse adecuadamente. Cuando hay sequía, los suelos se secan y se compactan, lo que dificulta la absorción del agua y el desarrollo de las raíces de las plantas.

Además, la sequía también puede causar una disminución en la producción de alimentos, lo que puede llevar a un aumento en los precios y dificultades para satisfacer la demanda. También puede provocar una degradación de la calidad de los suelos y una reducción en la diversidad de cultivos en una región. En algunos casos, la sequía puede incluso llevar a la desertificación de las tierras agrícolas.

Para minimizar las consecuencias de la sequía en la agricultura, es importante implementar medidas de conservación del agua y de gestión adecuada de los recursos hídricos. También pueden ser útiles prácticas agrícolas sostenibles, como la rotación de cultivos y el uso de técnicas de riego eficientes. En general, es importante estar preparado y adoptar medidas adecuadas para enfrentar la sequía y minimizar sus efectos negativos en la agricultura.